Seguro lees este título y te asustas. Seguro piensas en TU peor hipoglicemia, o de aquella persona que quieres, cuidas y te preocupas de su salud.
Poder contar cuál fue la peor hipoglicemia que tuve hasta ahora ya no la hace tan peor… Es decir, pude seguir adelante. Hay quienes no lo pueden contar.
Debe haber sido noviembre de 1986. Estaba terminando el año académico en mi universidad y debía ir a que me entregaran algunas calificaciones. Era solo una actividad administrativa. No más de 45 minutos sentado en una sala esperando el informe. Por lo mismo, apenas llevé una libreta de apuntes. Después de 5 meses desde mi diagnóstico, en junio de ese año, decidí conscientemente salir sin nada más. Me sentía “libre” de no tener que llevar mi mochila con las colaciones y las cintas de glicemia dentro para control visual, total… ¿qué de malo podía suceder?
Sí. Ya había sentido los síntomas de una hipoglicemia antes. Creo que el primer día luego del alta de clínica, estando en casa ya lo sentí. Y es que la rutina había cambiado y estaba en actividad, cosa que hospitalizado no ocurría. Y la alimentación que preparaba mi madre seguramente tenía algunos errores en la cantidad de hidratos de carbono que se suponía debía contener. Las dosis eran fijas y la cantidad de alimento también. Era 1986, recuerden…
Ya había sentido sudación y temblores a nivel de las manos. Confusión mental, dificultad para hilar palabras. Ya sabía que eso era una señal clara de una hipoglucemia en mi.
Como siempre lo hacía, volví de la universidad en metro a mi casa, luego de caminar unos 20 minutos desde la facultad. Todo bien, aún había luz de día, por lo que deben hacer sido pasadas las 6 de la tarde. El trayecto entres las estaciones en la que me subía y la que me bajaba no tardaba más de 15 minutos. Y mi estación de destino se hallaba a 3 calles de mi casa.
Sin embargo ya al subirme noté que algo no andaba bien. Primero me “sentí” extraño, inquieto. Era la primera alerta. Luego comencé a sudar. Cuando faltaban 5 estaciones para llegar ya me di cuenta que estaba teniendo una hipoglicemia, pero me dije que alcanzaría a llegar. Y me lo repetía como un mantra. Había poca gente en el carro del metro, había asientos diponible, pero yo iba parado junto a la puerta de salida parta sentir un poco de aire en cada detención. Pensaba “¿Y si me bajo? ¿Y si pido ayuda?” Llevaba una pulsera identificatoria, fue de las primeras cosas que mi médico me recomendó comprar… por si acaso. ¿Y si perdía el conocimiento? Me respondía a mi mismo que estaba “salvado”, por la pulsera, que decía “diabético”! Era 1986, recuerden. Por lo mismo no había teléfonos móviles para avisar a alguien. O sea, yo andaba solo… Solo con mi diabetes. El miedo me comenzó a invadir.
A medida que pasaban los minutos los síntomas aumentaban. Sudaba mucho… Y la camisa de manga corta de tela “amasada” que estaba usando, muy propia de la moda de mediados de los 80´s, ya la tenía toda mojada. Mi vista comenzaba a nublarse también. Quedaban tres estaciones y pensé en bajarme antes, ya conocía el barrio, y comprar algo para comer pues comencé a dudar que llegaría a casa. Sin embargo fui tozudo y no lo hice. Ya quedaba menos.
Faltaba solo una estación y llegaría…
Lo siguiente que recuerdo es estar de espaldas en mi cama, con el cuerpo y la ropa toda mojada, recibiendo un vaso de agua con azúcar que mi madre, la lado mío, me trataba de dar a beber. También me trataba de hacer llegar más aire moviendo sus manos 😉
No sé cómo llegue a mi casa. Pero lo hice solo. Mi madre me dijo que toqué el timbre insistentemente (eso siempre era alerta de alguna cosa seria en la familia) y le dije que estaba bajo y que necesitaba agua con azúcar, como me enseñaron mientras estaba hospitalizado.
De algún modo bajé del metro, subí las escaleras, salí de la estación y caminé 3 calles hasta mi casa. Nunca supe cómo lo hice.
Lo que nunca más hice fue salir sin algo dulce para enfrentar una hipoglicemia inesperada.
En el auto, en mi dormitorio, en la cocina, en mi escritorio, en mis mochilas, en los bolsillos de algunas chaquetas siempre, siempre tengo algo dulce, de rápida acción para subir una hipo. El agua con azúcar ha quedado relegada solo como medida desesperada. Lo que suelo llevar en esos casos son tabletas de glucosa, de 4 gramos de glucosa de acción rápida cada una. También uso unas gomitas conocida acá como Frugelés, de 3 gramos cada una. Y los Skittles, con 1 gramos cada pastilla.
Una cajita de jugo fue mi ayuda por mucho tiempo, pero desde que comenzaron a reformular muchas variedades para hacerlos “más saludables”, no son mi primera elección. también lo usaba en la noche, para remontar esas hipos que venía de dosis basales muy altas… Y fue cuando mis dientes peor la pasaron. Por lo mismo lo dejé de usar. No resulta del todo simple estar bajo, remontar con jugo e ir a cepillarse los dientes varias veces en la noche.
Siempre que pude, ya sea viajando o encargándolas a amigos, usé las tabletas de glucosa pura.
Lección aprendida, de la peor manera que a mi me tocó. Nunca supe cuánto tuve de glicemia que tarde de noviembre, pero esa es la peor, por la angustia y miedo que llegué a sentir.
Con los años he tenido mediciones LO (low, baja, menos de 20 mg/dL en mi glucómetro) pero han sido en situaciones bastante más controladas, ya sea en casa, de noche o en algún lugar, pero con glucosa a mano para subir de inmediato. Y como con el paso de los años había ido perdiendo algunos de los síntomas, solo me enteré al medir mi glicemia capilar y ver el resultado en la máquina.
Que el glucagón caduque en mi refrigerador lo puedo considerar positivo, pero no por no haberlo usado soy mejor o tengo mejor control que alguien que sí lo ha necesitado. Recordemos que la diabetes es una enfermedad que varía de persona a persona y cada uno responde a situaciones particulares. Hay quienes con 50 mg/dL pueden convulsionar… Yo no. Hay quienes con 70 se sienten fatal, yo no. Hay quienes ven un 65 en el glucómetro y ya quieren comer chocolate… Jajaja. Pero recuerden, el chocolate no sube la glicemia con la rapidez que se requiere frente a la emergencia. Dejen el chocolate para otro momento, y si es necesario, se ponen insulina para disfrutarlo más.
Hoy, con la bomba asociada a monitoreo continuo que uso en situaciones muy excepcionales he bajado bajado hasta niveles peligrosos, incluso cada vez necesito menos glucosa para volver a niveles normales, y eso es algo que agradezco… Aunque todavía algunas veces se me pasa la mano y siento unas ganas irrefrenables de arrasar con el refrigerador, jajajaja.
Aun no habiendo tenido episodios graves, no significa que me confié. En mi bolso siempre tendré algo con azúcar de acción rápida para enfrentar una situación difícil.
Quiero terminar esta experiencia personal, con algunos apuntes académicos respecto de lo que hoy entendemos por hipoglicemia.
El consenso * actual para definir hipoglicemias las divide en tres niveles:
Nivel 1: Glucosa mayor o igual a 54 mg/dL y menor a 70 mg/dL.
Nivel 2: Glucosa menor a 54 mg/dL
Nivel 3: Evento severo caracterizado por alteración mental o física que requiere asistencia de otra persona.
– Las recomendaciones publicadas en los estándares de diabetes 2019 de la Asociación Americana de Diabetes hablan que en cada visita al médico, las personas en riesgo de hipoglicemia debe ser interrogadas sobre su sintomatología.
– También se menciona que el tratamiento recomendando para una persona que está consciente es glucosa, 15 a 20 gr. Pero que con glicemia de 70 mg/dL , cualquier forma de carbohidrato que contiene glucosa puede ser usado.
– Si 15 minutos luego del tratamiento, después de haber ingerido la glucosa, la glicemia capilar muestra que la hipoglicemia continua, el tratamiento debe repetirse.
– Una vez que glicemia capilar vuelve a la normalidad, el persona debe consumir una comida o merienda para prevenir la recurrencia de la hipoglucemia.
– El glucagon debe ser prescrito para todos los individuos que tienen aumentado el riesgo de hipoglicemia de nivel 2, definida como glucosa en sangre menor a 54 mg/dL. Cuidadores, personal escolar, o miembros de la familia deben saber dónde está y cuándo y cómo administrarlo. pues la administración de glucagón no está limitada a profesionales de la salud.
– La hipoglicemia de origen desconocido, o uno o más episodios de nivel 3 deben desencadenar la re evaluación del tratamiento.
– Los pacientes tratados con insulina con hipoglucemia de origen desconocido o un
episodio de hipoglucemia de nivel 2 (<54 mg/dL) deben ser aconsejados para elevar sus objetivos glicémicos y así evitar estrictamente la hipoglicemia por al menos varias semanas para revertir parcialmente hipoglicemia inconsciente y reducir el riesgo de futuro de episodios.
– Se sugiere la evaluación continua de los aspectos cognitivos, con mayor vigilancia de la hipoglicemia por parte del los profesionales de la salud, del propio paciente y los cuidadores si es que la función cognitiva baja.
* Standards of Medical Care in Diabetes—2019
https://care.diabetesjournals.org/content/diacare/suppl/2018/12/17/42.Supplement_1.DC1/DC_42_S1_2019_UPDATED.pdf
Olá amigo. Estas experiências são muito fortes. Lembramos por toda a vida. Meu primeiro e único blog chama-se Histórias de Hipoglicemia. Entre todos os sentimentos que envolvem o diabetes, o medo de uma hipoglicemia é o que mais me perturba. Obrigado por compartilhar.
Gracias por comentar Sheila…
Está claro que un episodio de hipoglicemia nos marca para siempre. Lo importante es sacar lecciones e intentar estar mejor preparado para la próxima, porque nadie puede asegurar que no las habrá más.